- Uno rapidito y te marchas. Es lo primero que le había escuchado decir a su hermana. No era la primera vez que escuchaba que se metía con un chico en la habitación. En realidad era algo que pasaba demasiado a menudo. Si sus padres no estaban, un chico nuevo la visitaba en casa, o si era muy bueno, tenia la suerte de volver a repetir. - No tenemos mucho rato. Y no quiero que se despierte mi hermano. Cuatro años más grande y una sexualidad desatada, trataba a su hermano como un bebe, y no como un joven que estaba en el momento de experimentar la sexualidad al máximo, y aquellas visitas de su hermana lo ponían celoso, caliente, envidioso y con unas necesidades de masturbarse que rozaban la enfermedad. Lo de no despertarlo, no sabia si era para darle morbo a las aventuras, pues cortarse no se cortaba. Cuando tocaba un chico que le daba duro, no se cortaba ni un pelo en la intensidad de sus gemidos. Aun recordaba la noche que se la pasó completamente despierto...